Una propuesta loca y delirante con muy buenas ideas para provocar el absurdo y transformar la diversión en una mirada inteligente sobre la desesperación por no envejecer y de evitar a toda costa la decadencia de los cuerpos. La dirección, el guión y la edición pertenecen a Quentin Dupieux, y eso le permite armar una comedia corta, nada discursiva y muy efectiva sobre situaciones locas tomadas con toda naturalidad. Como la realidad de los flamantes dueños de una casa que son advertidos por el vendedor tiene una ventaja muy extraña en el sótano que parece una diversión pero puede desatar locuras. Igual que la confesión del jefe del protagonista que no dudo en reemplazar una parte de su cuerpo por un aparato electrónico que le permite la fantasía de eficacia sexual eterna para sus muy jóvenes parejas. Correr detrás de una ilusión que permite las risas y el descubrimiento de la mayor crueldad, pero siempre de la mano de la diversión. Con grandes actores.