De la misma sociedad creativa formada por el matrimonio de Dakota y Hugh Welchman, que nos regalaron la maravilla de “Loving Vincent”,llega esta adaptación de la novela Los Campesinos, escrita por Wladyslaw Reymont, premio nobel de literatura. Estos realizadores, que podrían haber caído en la tentación de seguir con la vida de otros pintores tienen el mérito de haberse arriesgado en otra dirección. Para ello filmaron la película con actores, de un gran nivel interpretativo, y luego pintaron decenas de miles de fotogramas con la técnica rotoscópica para dar a las imágenes la sensación de pintadas al óleo. Una labor que llevó diez años de realización. En el argumento una bella campesina, envidiada por su aspecto, blanco de chismes malintencionados, es obligada por su madre a casarse con un viudo, el más rico de región, cuando ella ya tiene un idilio con el hijo de ese hombre. Una pasión irrefrenable que tendrá consecuencias terribles para su destino final. Sociedad patriarcal, ignorante, fanática que tendrá en ella una presa fácil. La película en lo visual es nuevamente un prodigio, su fuerte no es la adaptación un tanto larga, aunque se justifica por la extensión de la novela original. Una invitación al deleite visual.