Quentin Dupieux es un autor del absurdo, que tiene en sus películas imágenes tan perturbadoras y surrealistas que sorprenden profundamente o poseen una verosimilitud descabellada y siempre inquietante. Una comedia delirante que parece tener como único objetivo entretener pero que se mete profundamente con una mirada crítica o extremadamente irónica sobre el comportamiento humano. En principio parece una sátira a los superhéroes, un grupo comando tipo Power Rangers vestidos con trajes que se arrugan, dirigidos por una rata gigante babeante, que se llaman los Tabbacco Force y responden a los nombres de Benceno, Nicotina, Metanol, Mercurio y Amoníaco. Ellos atacan a una tortuga gigante con humo para provocarle cáncer y provocan un baño de sangre que le hace decir a un niño fanático del grupo que “es lo mas hermoso que ha visto en la vida” y a sus padres ensangrentados con la explosión del animal sacándose selfies con el grupo. Los héroes son enviados a un descanso para incentivar el espíritu de grupo y en la noche contaran extrañas historias donde, por ejemplo, un hombre reducido a una boca flotando en sangre asegura que “es feliz”. O una niña inquieta los sorprende. Historias dentro de historias, extrañas, siempre un poco inquietantes y oscuramente lúcidas. Un realizador único.