Esta es una película que muestra los riesgos que está dispuesto a tomar un creador ya consagrado de manera internacional. Ryusuke Hamaguchi, después de la esplendorosa y conmovedora “Drive my car” decidió hacer algo desafiante para el espectador. Este proyecto nació como una performance donde la autora de la música Eiko Ishibashi iba a actuar en vivo mientras se proyectaban las imágenes filmadas por el director: Las tomas de un bosque en invierno que inician el film donde pasan diez minutos de magnifica música en contacto con la naturarleza, sin que pronuncie una palabra. En principio se muestra una comunidad que vive tratando de no alterar su entorno, un padre soltero con su hija independiente que la instruye para que cada día aprenda más. Preciosas rutinas que resaltan la pureza del agua que él recoge para llevar a un restorán. No todo es idílico, los tiros lejanos de los cazadores advierten de peligros latentes. El conflicto, al estilo Ibsen, filmado en un tenso tiempo real es cuando caen los “enemigos del pueblo” para instalar un campamento glamoroso en el lugar. Los vecinos exigen que no se contamine el agua, que se vigile para evitar incendios y exigen garantías. Cuando el punto de vista se traslada a los empleados del “Glambing” se ve claramente que sus jefes buscan el camino de corrupción o cualquier otro que garantice el proyecto, sin mayores costos. Y luego llega lo inesperado, lo ambigüo de un final desconcertante que parece un choque entre un sueño y una realidad igualmente terribles. El director desafía al espectador con este film potente que nos queda dando vueltas en la cabeza.