Marco Bellocchio es sin dudas uno de los realizadores italianos más personales, potentes, osados y jóvenes, a pesar de sus 76 años. Como el mismo lo declaró con este film vuelve a sus orígenes, a su Bobbio natal, allí donde rodó su deslumbrante “Con los puños en los bolsillos”. Y aqui lo hace con un film extraño, donde realiza una reflexión sobre el poder, con dos historias separadas temporalmente y unidas por un mismo lugar de acción. En la primera en plena época de la inquisición, una monja es acusada de haber seducido a un sacerdote considerado casi santo y llevarlo al suicidio. Para enterrarlo en tierra consagrada quieren que ella confiese un pacto con el demonio. Pero ella es la encarnación misma de la libertad. En la segunda un vampiro viejo pretende vivir a la vieja usanza, dictando sus propias leyes de poder junto a sus pares, como los varones de “El gatopardo” ¿Es el poder el que los convierte en vampiros? Es posible. Es el poder que aplasta cualquier rebeldía, aunque la libertad tome caminos inesperados.
Oscuro, interesante, audaz, sin concesiones para facilitarle la mirada al espectador, que se sentirá seducido y desafiado.