La película de Jean Paul Rappeneau primero parece un drama de familia, con el regreso del hijo prodigo que vive en Shanghai, y que se desayuna de la venta de una enorme casa familiar, transacción manejada por la madre y otro hermano. Pero luego deviene en una comedia de enredos, con algunos dardos a los cambios inexorables de las pequeñas ciudades que se agrandan y pierden espacios verdes, y sus casas señoriales. De paso se comienzan a descubrir secretos, una amante y una hija del amante del padre muerto. Y un amor que nace inesperado. Ahí todo se complica y se transforma en comedia fisica de desencuentros y delirios varios que va perdiendo fuerza. Llama la atención verlo al gran Mathieu Amalric en una trama tan liviana de amor loco y poco mas. Un entretenimiento leve, amable.
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