IVONNE PRINCESA DE BORGOÑA

Wiltod Gombrowicz define así a su comedia dramática: “Yvonne no es idiota. La situación en que se encuentra es idiota”. La situación pero también la sociedad que se molesta con un ser distinto, una joven insignificante, muda, apática, asustada pero también incapaz de reaccionar. Un príncipe voluble de una corte cualquiera se encapricha con este ser, primero se niega a rechazarla porque ese es un lugar común, se obliga a quererla en principio sin éxito y al introducirla en la corte las reacciones que provoca son llamativas. Se transforma en un espejo para que los demás se vean, los enfrenta a lo peor de cada uno. Es un catalizador, alguien distinto que modifica la costumbre, el poder establecido. Frente a ella se genera primero vergüenza y después el odio, de inmediato la necesidad de destruir lo que incomoda. Quizás no sea casual que el autor haya terminado de escribir esta obra solo unos años antes de la barbarie nazi en la segunda guerra mundial. El artista siempre intuye. Tampoco es casual que cuando vemos esta obra siempre tiene resonancias actuales, aquí subrayadas por la adaptación y la puesta.

 

Quiénes

Autor: Witold Gombrowicz

Elenco: Néstor Villa, Hilario Quinteros, Valentina Ñonquepan, Romina seguí, Guillermina de Zabaleta, Nicolás Ayardi, Maria Llorens, Ariel Copquin, Leo Di Nápoli, Rocio Luciana Vaccaro y Lucrecia Borgia.

Dirección y Adaptación: Leo Di Nápoli

 

Dónde

Teatro del Artefacto, Sarandí 760

 

Por qué sí

 

Porque Leo Di Nápoli hizo una muy buena adaptación y aprovecho el espacio teatral al máximo, le otorgó un clima de diversión macabra, como un juego que puede ser siniestro pero que también agrada. Exagerados y graciosos los personajes seducen al espectador. Tardan en revelar sus costados oscuros puestos en relieve por la princesa opaca y silenciosa. Ella se somete a los caprichos del poder y pero también los expone a la luz pública, molesta a los estereotipos artísticos, le mueve el piso a lo establecido y se transforma en insoportable. Nadie quiere ver sus propios defectos es mejor eliminar al extraño. Los actores se entregan con gracia y entusiasmo a una puesta dinámica, llamativa, por momentos circense. Un espectáculo para gozarlo del principio al fin.

 

En primera persona

 Leo Di Nápoli

Fragmentos de la obra

 

 


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