Una de esas películas que captan la atención del espectador del principio al fin, con vueltas de tuerca imprevisibles hasta que toda la trama cierra con moño y el entretenimiento esta cumplido. Eso seguramente le garantizara un éxito de taquilla. Sin embargo el film echa mano a flash backs constantes, revelando un poquito cada vez, como para disfrazar una y otra vez lo ocurrido. Muchas veces inverosímil y demasiado forzado. En definitiva el alcohol o las lagunas en la memoria de la protagonista justifican un largo derrotero hasta la verdad y un final con toque bizarro. Claro que está la sugestión de Emily Blunt y un personaje sufrido que repite “no soy la chica que solía ser…” es el eje de la acción. Ella magnetiza la atención con sus obsesiones y su encanto “tapa” algunos agujeros en el argumento sin mucha justificación. No esta demasiado profundizado como le hicieron creer cosas que no ocurrieron. Abundan las trampas y trampitas para lograr su objetivo con un director sin mucho vuelo. Pero a pesar de las objeciones la tensión se consigue, las sorpresas son tales, el final es imprevisible y entretiene desde el principio al fin.
LA CHICA DEL TREN
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