Una historia conocida, la de un héroe que salvo la vida de todos los que viajaban en un avión que el decidió, como única alternativa, amerizar en las heladas aguas del Hudson. Una historia que esta fresca en la memoria popular, como esa foto donde los pasajeros esperan ser rescatados parados sobre las alas de la nave. Menos conocida es el cuestionamiento que recibió el piloto (Chesler “Sully” Sullenberg) y su copiloto por parte de la entidad que agrupa a las aseguradoras. Paso para muchos de héroe a fraude, aunque todo saben que salio airoso. Sin embargo, aunque se conozca la historia, en manos del talentoso, austero, riguroso, elegante, delicado, Clint Eastwood el film se convierte en la lucha del individuo contra el poder del sistema, la burocracia, el riesgo de perder su carrera y su pensión. Ese es el eje del film aunque la reconstrucción del accidente y el rescate sea impresionante y también en las pesadillas del comandante, que también tiene sus dudas, se evoca sin dudas el atentado a las torres. El director eligió con pericia a su elenco, un Tom Hanks económico en sus recursos, pero perfecto en la construcción de este hombre que solo sintió que “hizo bien su trabajo” y no disfrutaba del escándalo mediático a su alrededor. Muy bien Aaron Eckhart y Laura Linney condenada a solo llamados telefónicos de su marido. No se vaya en los títulos porque aparecen los verdaderos protagonistas.