De Jean Pierre y Luc Dardenne como guionistas y directores nos sumergen en el mundo de una médica de los suburbios en Bélgica que se siente poseída por un deber moral. Ese mundo que siempre les interesa a estos creadores, el de la gente sin muchos recursos, que corre peligro de quedar fuera del sistema, que se relaciona con egoísmos y solidaridades. En este caso la profesional se hace cargo de un consultorio y se muestra muy exigente con su asistente. Ya terminado su horario tocan el timbre y ella decide no atender. Ese timbrazo fue el ultimo acto de una mujer que minutos después es asesinada y que no tiene documentos. A partir de ahí la vida de la doctora se transforma, decide mudarse a ese consultorio, renuncia a una carrera de mayor prestigio, trata de rescatar a su asistente en crisis, se dedica a sus pacientes con esmero pero también se obsesiona con encontrar la identidad de la chica muerta. Y en ese periplo conoce gente de bajos fondos, secretos no revelados y hasta se pone el peligro. Una trama policial que atrapa al espectador y que cuenta muy poco de la protagonista, muy bien interpretada por Adele Haenel. Un deber moral que asume una joven mujer en un mundo donde ese tipo de compromisos tiene muy poco valor, una tarea solitaria que la lleva a encontrar la verdad. Climas bien logrados, pequeñas subtramas, conceptos de la profesión. Un film interesante, que no es de los mejores de estos directores, pero que vale.
LA CHICA SIN NOMBRE
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