Es un tema que ama la industria norteamericana, el sueño americano encarnado por un hombre que empieza desde abajo y que tiene sucesivos golpes de fortuna que lo llevan al cielo y el infierno del poderío del dinero. Como ocurrió en “El lobo de Wall Street” o la historia del imperio McDonald. En este caso con guión y dirección de Steven Gagham (el mismo de “Syriana”) cuenta la historia real de un empresario de minería, que sigue la tradición familiar y que al borde de la quiebra viaja a encontrarse con un geólogo famoso, caído en desgracia con el plan descabellado de descubrir una mina de oro en el corazón de la selva Indonesia. De sus penurias, logros, éxitos, derroches y engaños, una enorme estafa, y una vuelta de tuerca se nutre esta entretenida película que se parece a una de aventuras mezclada con negocios. Capítulo aparte merece la actuación de Mathew Mccnaughey, intensa, desbordada acompañada por una transformación física. Aumentó 23 kilos y se transformó en un pelado. Como ocurrió con su labor en “El club de los desahuciados” y la delgadez extrema que lució. Estas transformaciones acompañadas de una buena actuación sensibilizan a los votantes del Oscar. Lo acompaña muy bien Edgard Ramírez y un gran elenco. En suma un film con muchos elementos atractivos, de acción vertiginosa en un mundo de trampas y crueldad despiadada.