DUNKERQUE

Los acontecimientos que se cuentan en la película ocurrieron entre el 26 de mayo al 4 de junio de l940. Cuando las tropas inglesas y sus aliados franceses, belgas, polacos, fueron acorraladas por los nazis en esa playa, unos 400.000 hombres, constantemente bombardeados. Los soldados solo podían esperar ser rescatados.  Y la historia de esa evacuación, es el corazón del film escrito y dirigido por Christopher Nolan, desde tres puntos de vista distintos y con diferencias temporales. Lo que  ocurre en la playa dura una semana, las escenas del mar son de un día y la batalla aérea de tres aviones británicos contra los  alemanes solo una hora. Esas diferencias temporales, mezcladas, con sabiduría y talento, logran meternos de cabeza dentro de los acontecimientos.  Porque como Nolan se propuso y así lo declaró, se aparto de las convenciones de los films bélicos para obtener  la tensión de un thriller que atrapa al espectador desde los primeros minutos hasta el final. Esa sensación de peligro constante en lugares cerrados y abiertos  nunca cede. Nolan  dijo que su intención era “poner al espectador en las botas de los soldados, en la cabina de un avión o sobre un pequeño bote o un destructor” y lo logró. Y además como una declaración de amor al celuloide también hizo copias en Panavision Super 70, aunque en nuestro país no hay cines para verlo, lo ideal es elegir la mayor pantalla posible. Eligio a muy jóvenes actores, de la edad que tenían los soldados y los mezclo con grandes actores, Mark Rylance, Tom Hardy, Kenneth Branagh, Cillian Murphy. Cuando los muelles fueron bombardeados y los destructores que se podían usar eran pocos, para no ponerlos a todos en riesgo, se hizo un llamado a los poseedores de embarcaciones particulares, muchas manejadas por sus dueños para lograr rescatar la mayor cantidad de soldados posibles. Había una expectativa de salvar 30.000 y se lograron evacuar más de 300.000. Y esa “derrota” se transformó en una victoria emotiva. Y el final de la película llega con toda esa carga de la alegría de los soldados y sus familiares, y el discurso de Churchill, quizás porque ninguna película bélica puede escapar de la carga de “patriotismo” aun en nuestros días.

 

 


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