Escrita y dirigida por Fernanda Ramondo, esta es su opera prima, utiliza toda su experiencia como guionista, y supo esperar mucho para concretar esta película de caminos, y de época (1930). Nacida según sus declaraciones de un eco de historia de abuelos, se transforma en una entrañable, emotiva y muy bien armada historia sobre los afectos que la memoria comienza a borrar irremediablemente y el nacimientos de otros nuevos, inesperados, fuertes aun con futuro incierto. Mateo, interpretado por Leonardo Sbaraglia, que una vez mas reafirma sus dotes de muy buen actor, es un anarquista, apresado por “alteración del orden público” y “desacato a la autoridad”, las definiciones que se usaban para la persecución ideológica de la época, que sale libre. No tiene nada, no encuentra a sus amigos, su familia sustituta, ni a su gallo de riña. Solo puede rescatar un furgón destartalado que le permite huir de problemas cuando roba gallinas, subsistir y salir a los caminos con algunas ocasionales aventura amorosas. No encontrará lo que busca, en esa subtrama de la historia, pero se apiadara de dos hermanos que viajan con cadi con lo puesto para encontrar a su padre. La directora elige la sutileza, la observación de los pequeños detalles, de las miradas, con un ritmo lento pero intenso, con un desarrollo impecable. Contó con el talento de Sbaraglia y las muy buenas elecciones de Cumelén Sanz y Santiago Saranite.
NO TE OLVIDES DE MI
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