Un thriller de suspenso con elementos de terror e incursiones en el terreno fantástico. La excusa de una directora interesada en performances extremas, que desea lograr que sus actores no duerman durante varios días para lograr una entrega total en sus trabajos. Una única función que el público espía y sufre. Esa vigilia, en un lugar tan tétrico como un manicomio abandonado provoca confusión en los limites de realidad y alucinación, cordura y locura y no pocas sorpresas de un argumento que por momentos exagera sus vueltas de tuerca complicando porque si una buena trama. El director Gustavo Hernández (“La casa muda”) con el guionista Juma Fodde, la muy buena fotografía y ambientación redondea un film q intriga, asusta y sobresalta al espectador. Para los amantes del género un lujo viendo la cantidad de películas berretas que triunfan en nuestro medio. Aquí los demonios más terribles son los que habitan la cabeza de sus personajes. Belén Rueda siempre brilla con su composición de una mujer amparada en su fama y prestigio para esclavizar a sus actores. Eva de Dominici se luce con su co-protagónico exigente con una entrega que conmueve. Para cada personaje hay momentos de lucimiento como los de Eugenia Tobal y Susana Hornos. Meritos del film: mantener la tensión durante todo el metraje con un relato poblado de planos secuencias y sesgado por realidades distintas que nunca son gratuitas. Un entretenimiento logrado.