Escrita y dirigida por la multifacética Kris Niflison (actriz, coreógrafa, autora, directora teatral y cineasta) todo su film se desarrolla en un departamento del octavo piso con un balcón terraza poblado de plantas. En ese lugar, prestado por una amiga ausente, una mujer brasileña afronta una terrible situación. En el medio de sus vacaciones su marido muere y ella se debate entre el dolor, el duelo, los trámites judiciales que deben determinar si se trata de un accidente o asesinato, y los engorrosos trámites para el traslado del cuerpo que le exige una funeraria. Ella esta ahí, luchando con el idioma, las trabas, el duelo, la tristeza, la soledad. Y encuentra en una vecina del piso de abajo a una confidente y luego a una amante. La película primero claustrofóbica y luego muy audaz en las relaciones sexuales, es todo un prodigio de iluminación, estudiada por su directora al detalle para aprovechar, cada reflejo, atardecer, momento de luz natural. Y ese argumento que péndula entre la pulsión de la muerte y de la vida, tiene especial apoyo en su actrices. En Camila Morgado que puede transformarse frente a la cámara entre la locura y el éxtasis, entre la sensación de desamparo y algún atisbo de alivio. Y en la intensidad y el florecer de Maricel Alvarez.
VERGEL
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