Un clásico del terror que está en la historia del cine y una reinterpretación que parte de esa obra de Darío Argento pero se libera del homenaje. Luca Guadagnino hace algo distinto, personal con muchas ideas atractivas y un metraje extenso que compone un film que atrae, inquieta, tiene puntos de tensión e imágenes únicas. El director (el mismo de “Llámame por tu nombre”) y su guionista David Kagjanich (“El Terror” en AMC) forman una dupla creativa para tener en cuenta. Una de las ideas más atractivas que manejan los realizadores es esa mirada sobre las brujas, el poder femenino antes de las religiones monoteístas que relegaron por siglos el papel de la mujer en sus roles de deidades. Eran y son las que tenían un saber muy antiguo utilizado por poderes más modernos como el nazismo. Esa sociedad de mujeres, con luchas en distintos bandos, que atraviesan lo que ocurre en el exterior, las culpas por el pasado, los ecos de las acciones de la banda Baader-Meinhof, y una renovación de mandos. De todo eso habla el film que se toma su tiempo para el desarrollo. Son seis actos y un epílogo. Pero la película tiene momentos de belleza terrorífica única, los bailes, la tortura de una bailarina que deforma su cuerpo en torsiones que la danza le produce, los juegos de espejos, la tensión y la belleza para provocar conmoción. Y también tiene excesos como un gran final operístico y recargado que se atenúa apenas con una reparación emocional. Y una mención aparte merece ese elenco tan entregado de bailarinas y actrices con una entrega estremecedora. Tilda Swinton es la profesora severa y temerosa después, una suerte de Pina Bauch, pero también tiene otros roles bajo capas y capas de maquillaje: es el psicoanalista que intenta un camino racional con sus pacientes alteradas y sus cuentas pendientes y uno más que quedará para descubrir… Dakota Johnson liberada de las “sombras”, amada por el director brinda un buen desempeño trasformador. Chloe Grace Moretz en un corto e intenso rol. Y una aparición de Jessica Harper del film de Argento. Con una fotografía de grises y negros, la música de Thom Yorke (Radiohead) se redondea un film interesante, seductor, por momentos imponente, con otros menos logrados, que hay que ver.