Después de la espectacular “Invasión zombie” (Tren to Busan”), la expectativa por esta segunda parte era muy grande, más allá de los fanáticos del subgénero que multiplica seguidores. Esta nueva película de Sang-Ho Yeon, con el doble de presupuesto y con la selección oficial del festival de Cannes, es otra cosa. Y no se trata de que se cumpla el refrán sobre las segundas partes. Es distinto el concepto, acá hay malos y buenos, enorme despliegue de producción en infernales carreras de autos, camiones y zombies volando atropellados, mafias, juegos crueles entre humanos esclavos e infectados, pero todo al servicio de la receta que impone en la industria una producción hollywoodense. Solo quedan al pasar temas que pudieron ser explotados con la sensibilidad de este director, toda Corea del Sur está infectada, queda librada a su suerte sin el mínimo de solidaridad de la comunidad internacional, que les cierra las fronteras, y a merced de los muertos vivos, y sociedades delictivas, con un pequeño grupo de humanos, los buenos en cuestión. Y no se trata de que el film sea malo, es visualmente atractivo, la visión de todo un país destruido en cuatro años, y las hordas de infectados tienen coreografías que son de gran despliegue pero siempre al servicio del modelo de aventuras. Lo que en el primer film era vértigo y carnadura de sus personajes, ansiedad y miedo, acá esta multiplicado pero el efecto es distinto.
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