Es un film de género, terror, monstruos, fantasmas, que parte de una buena base argumental, que remarca el guion de Ignacio Vega y la dirección de Sebastián Sarquis. La represión, la negación de la verdadera naturaleza de los protagonistas solo puede conducirlos al caos, con citas de Nietzsche incluidas. Toda la trama tiene un buen comienzo, pocos datos y una familia singular que vive en el bosque, aislados, guiados por el hombre, bien compuesto por Adrian Navarro, que solo tiene un hacha afilada para defenderse. Todos viven en una casa que fue opulenta, después se sabrá porque. El grupo se completa con su esposa, una demasiado elegante Moro Anghileri, un abuelo, dos hijos, la nena parece sacada de los Adams con seres que la habitan. Un perro supuestamente manso con rabia ataca al menor de la familia y allí comienza la pesadilla. Con algunos tropiezos y vueltas de tuerca que incluye elementos de otras ramas del género fantástico, hacia el epílogo uno entiende que se trata de licántropos, aunque algunos parezcan zombies. La batalla final desmadra la línea del film, larga, reiterada, con incongruencias y errores de conceptos. Todo lo que se cosecha en el buen durante, se pierde en el despliegue ampuloso. Los amantes del género se entretendrán.
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