Se trata de una comedia negra hecha por los hermanos Eshom e Ian Nelms, que desarrollan la idea de un Papa Noel enojado por como están las cosas en el mundo. Cada vez menos niños son merecedores de sus regalos, el mundo descree de su presencia mágica y cuando sale de reparto con sus renos y su trineo lo reciben a tiros. Como el subsidio que le da el gobierno de EEUU es proporcional a la entrega de obsequios, cada vez le bajan el importe y queda al borde de la bancarrota mientras el negocio de la fiesta navideña queda en manos privadas. Un rulo del argumento que pinta a la sociedad norteamericana con certeros dardos. Pero también es reveladora la solución: el ejército contrata su fabulosa fuerza laboral, los elfos, que son incansables y comen todo lo contrario a lo que indica un nutricionista de ley. En ese contexto un niño millonario contrata a un temible asesino a sueldo para que mate a Papá Noel porque solo recibió un trozo de carbón de regalo. Niño y contratado con historia de abandonos. Las cosas se complican, hay escenas de acción, pilas de cadáveres, sangre y un vuelta de tuerca impensada, original y nada feroz. Una trama distinta, provocadora, y con mucha inteligencia, para el entretenimiento y para la observación de una sociedad con problemas serios. Mel Gibson está perfecto para ese “Fatmen” (Hombre gordo) del título original, rudo, violento, desilusionado, con crisis de fe, atempera su vida el personaje de su compañera encarnado Marianne Jean-Baptiste . Walton Goggins es el perfecto asesino y el joven Chance Hurstfiel para el siniestro pequeño con poder.