Tener al magnético Jean-Claude Van Damme como actor de reparto es un lujo para este film del debutante Lior Geller , responsable de la dirección y el guión. Ese personaje de un veterano de la guerra de Afganistán, que perdió la voz y se comunica con una aplicación de su teléfono, que consume calmantes en cantidad, y que decide rescatar pibes cooptados por una pandilla del un barrio marginal de Washington, pudo tener un rol más importante y mejor delineado como para agregarle atractivo al film. Pero el realizador se propuso usar todos los estereotipos del género, y se dedico más a otros personajes que les tocaron a buenos actores como Elijah Rodríguez Y David Castañeda, pero especialmente a diseñar escenas de acción con música estridente, muchachos musculosos y agresivos con tatuajes y peinados raros como para darle solo acción vertiginosa a toda la historia. Un adolescente que trata de evitar que su hermanito menor no siga su camino, un jefe mafioso nervioso y caprichoso que pasa de la calma a la explosión de maldad en un segundo y una boda como pivote del gran final articulado con acciones paralelas, muchos tiros y amenazas, y diálogos reiterados.