Es una encantadora película que une la nostalgia del Londres de los años 60 con sus íconos de diversión y creatividad, sus canciones, su cine, sus actores, pero también lentamente sumerge al espectador en el horror más sangriento, que también puede interpretarse como un descenso a los infiernos de la locura, para una de las perturbadas protagonistas. Un armado brillante, lujoso, entretenido, que no da respiro y que se disfruta del principio al fin. Todos los rubros técnicos son magníficos desde el diseño de producción a cargo de Marcus Rowland, la fotografía de Chung-Hoon Chung, el vestuario, la edición. Para el director Edgar Wright el mejor elogio, el escribió el libro con Krysty Wilson-Cairns para darles a Thomasin McKenzie y a Anya Taylor-Joy la mejor manera de lucirse. Una joven de nuestro tiempo que va a Londres a estudiar diseño, entra en una especie de oscuro relato como Alicia a través del espejo y se identifica con una aspirante a cantante en la época que ella adora. Y en ese ir y venir como espectadora y protagonista comienza la excitación y después la pesadilla, la invasión, el terror. Además están tres actores icónicos de los 60, Terence Stamp, Rita Tushingham y Diana Rigg, en su último trabajo, el film fue dedicado a ella. Las vueltas de tuerca de la historia demuestran como la realidad de los hechos le quitan glamour a la nostalgia para darle un tono tan siniestro como el presente. Hay que verla.