Esta nueva versión de la novela de William Lindsay Gresham de la mano de Guillermo del Toro viene a deslumbrar. Así como la película protagonizada por Tyrone Power en l947 se considera un clásico, este film del realizador mexicano, aun sin ser una de sus mejores películas, es de visión obligatoria por muchas razones y, se ruega, en una sala de cine. Es que para esta historia oscura, cínica, repelente y fascinante a la vez, el director tuvo todo a su disposición: Un elenco de estrellas talentosas, dinero para construir una feria de monstruos, el mejor equipo técnico. El realizador que escribió el guión con Kim Morgan se rodeó de deslumbrantes rubros técnicos, vestuario, dirección de arte, fotografía. Cada encuadre es voluptuoso y sorprendente. En la primera parte, el lugar al que llega el protagonista con un pasado inconfesable, es una feria de las degradaciones humanas, donde adivinos y tarotistas, magos y payasos conviven con mujeres que soportan el paso de la electricidad de algo voltaje, los fetos deformes o el pobre alcohólico y prisionero que come pollos vivos y recoge aplausos y vítores. En ese ambiente el protagonista conquista a la virginal chica que lo acompaña a recorrer el mundo con un truco infalible, un código verbal que le permite engañar a la perfección a su audiencia. Pero la segunda parte del film se interna en un mundo lujoso y art decó donde el “mentalista” se alía con una mujer fatal, un personaje escrito para el lucimiento de Cate Blanchet. Ella junto a Bradley Cooper comenzaran un negocio amoral, con terribles consecuencias y daños colaterales. Lo que hace Cooper con su anti-héroe es mostrar toda su capacidad de fascinación, la atracción del abismo del mal, y su ambición que lo devolverá a los infiernos. Como dos películas en una, con un final que no intenta ser moral. Se lucen Tony Collete, Willem Dafoe, Rooney Mara y todo ese elenco increíble. Poderosa, imperfecta, atractiva, impresionante.