Es un policial negro, dentro de esa gran tradición del cine francés, dirigido por Dominik Moll, coguionista con Gilles Marchand, sobre la novela de Colin Niel. Son varias historias alrededor de una mujer desaparecida en una zona rural francesa azotada por la nieve. De esa mujer quedó su auto abandonado en el medio de una ruta, y un policía de la zona trata de descubrir lo que ocurrió. Los personajes que tienen su capítulo individual en el film son cinco y tienen en común la soledad, el desamor, el aferrarse al más mínimo destello de una felicidad posible más en su imaginación que en la realidad. Todos ellos solo saben una parte de lo ocurrido y el resto se la construyen con datos aislados, muchos estarán tan desconcertados como el espectador. La asistente social que tiene una relación con uno de sus “pacientes”, aunque él parece estar en otro plano del dolor y la ausencia y lo suyo roza lo macabro, el granjero ocupado en atender los animales de su suegro que se ilusiona con un chateo amoroso, la camarera que se deslumbra con una mujer poderosa en un amor loco que solo ella alimenta, el estafador en Costa de Marfil que fantasea con justificarse como un resarcimiento a la ocupación colonial. Dispersos y unidos por el misterio, por un destino cruel, una azar oscuro, un deseo que solo se alimentará de las brasas de la locura y el engaño. Giros y mas giros para redondear una historia donde no solo el interés está en la verdad sino en el camino de cada personaje, encarnados por un excelente elenco que encabeza Valeria Bruni Tedeschi. Las puertas que se abren al horror, el abandono, al ansia de una pizca de esperanza en la batalla de los corazones rotos.