Una seductora y conmovedora historia de amor, entre dos seres marginales, distintos, una sub-raza diferente, quizás destinada a sobrevivir mejor en un futuro apocalíptico, pero que mientras tanto deben convivir con su ansia, con sus dilemas morales. Una chica que queda librada a su destino, con un poco de dinero y una partida de nacimiento como herencia y unos tapes que grabó su padre para contarle cual es su naturaleza. Un chico vagabundo que sobrevive como puede, sin preguntarse demasiadas cosas. Entre los dos un lento y progresivo deslumbramiento, una necesidad tan loca como su alimentación por estar juntos, contarse sus pasados, comprender que unirse es una opción arrebatadora. Así los crea Luca Guadagnino ubicando el escenario en los pequeños pueblos del EEUU profundo, era post Reagan, con la ayuda de su director de fotografía David Kajganich, con climas perfectos de paisajes exteriores e interiores de estos jóvenes solitarios, fugitivos, tan únicos. El terror y la sangre también dan su presente, el vértigo de asesinatos y festines caníbales sangrientos ponen lo suyo pero no son tan determinantes como la sugestiva historia de amor. Los actores son fundamentales: la maravillosa Taylor Russell con su mezcla de timidez, inocencia, voracidad y vulnerabilidad. Su trabajo es magnífico. A su lado la estrella hipnótica Timothée Chamalet con la seducción torturada de su rol, el inmenso Mark Rylance impone una presencia siempre peligrosa.