Es la historia de un amor que sobrevivió las ausencias, las distancias, el paso del tiempo, las conveniencias. Una relación de tres protagonistas entrañables que vivieron épocas de fama y tienen un presente con solo ecos de esa gloria. Dos de ellos se complotan para hacer regresar a un tercero que se fue a España y armó allá una familia. Cuando se reúnen comienza un camino de secretos que deberán ser contados, de sentimientos ocultos y otros que salen a la luz con apenas una mirada, intactos a pesar de todo. La historia muy bien pensada es la de un viaje de sinceramiento, uno real, otro interior. Los tres manejan un lenguaje de otro tiempo pero no es una caricatura, sino tejido de palabras que fueron cayendo en desuso, reemplazadas, olvidadas. Tres magníficos actores como Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale que se conocen y transmiten como ninguno esa intimidad emotiva, esa intensidad de sentimientos que casi no se pueden disimular. Es un placer verlos interactuar, un lujo de talentos. Algo que la directora y guionista Marina Seresesky aprovecho tan bien, para mostrarlos en ambientes barrocos o exteriores despojados, en un argumento redondo. Ni la pareja de baile demuestra sus virtudes ni el músico toca el bandoneón pero es como si los viéramos en esos pasos de amores perdidos y encontrados, en esa melodías del alma.
EMPIEZA EL BAILE
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