El director y guionista Marcos Berger reconoce que el asesinato de Fernando Baez Sosa de parte del grupo de rugbiers, fue el detonante, la punta del ovillo de este film, que no busca hablar de esa tragedia pero que se propone, y logra con creces, ahondar en lo que podrían ser los días previos. En el verdadero huevo de la serpiente que anida en ciertas conductas de masculinidad tóxica exacerbada, en el concepto de manada, pertenencia abusiva, violencia evidente. Imagina una situación en pleno verano, cerca de las fiestas, donde en una casa de fin de semana se reúnen una decena de amigos para pasar días juntos. Para ellos, todos con cuerpos hegemónicos, tallados en la práctica deportiva, la diversión en poner en evidencia la payasada basada en una constante actitud homofóbica. Se mueven con bromas que suponen equívocas poses sexuales, cargadas donde ponen en dudas la heterosexualidad, con una insistencia excesiva. Se muestra represivos del deseo sexual, extorsivos sobre las conductas individuales. Y allí se construye un triangulo conformado por un gay reprimido, un bisexual y un homofóbico. Una línea narrativa coral, con buenos actores, que expresan con justeza ese mecanismo de ataque en manada, la misoginia, el racismo, matizados con drogas y alcohol.