Es sin dudas una de las mejores del mundo DC sino la mejor. Andy Muschietti como director y Cristina Hodson como guionista(junto a Joby Harold), con el protagónico de Ezra Miller redondearon una historia de superhéroe con muchas escenas de acción, pero fundamentalmente hicieron el retrato de un joven vulnerable, quejoso, virgen, azotado por la desgracia, con quien identificarse emotivamente, cosas que generalmente no ocurre en las historias de este género. Ya en el comienzo del film todos son problemas parea Flash, porque además de sus dramas, se siente explotado en el trabajo y mal reconocido, como el segundo de Batman. Aunque se luce en un rescate de bebés increíble. Pero luego con la necesidad de probar que su padre preso es inocente y no mató a su madre, se meterá en otros universos donde lo esperan oscuridades, el despertar de un villano superpoderoso ( poco explotado Michael Shannon), una convivencia inesperada, y un Batman nuevo que es hasta capaz de explicarle la teoría de las cuerdas con unos fideos. Hay un momento que entre acción y efectos especiales el espectador no entrenado en seguir a estos personajes puede marearse. Hay que entregarse al devenir, que todo se resuelve con varias sorpresas y cameos. Más los chistes que introdujo Muschietti para los espectadores argentinos. Miller es un protagonista magnífico, con su aspecto físico y una entrega sin límites que le permite ir desde el humor a la desesperación y que lo hace un flash identificable e inolvidable. Muschietti es un director que maneja con seguridad también este género: aplauso, medalla y beso.