LOS JUEGOS DEL HAMBRE: LA BALADA DE LOS PAJAROS CANTORES Y SERPIENTES

Para los fanáticos de la saga, después de 8 años de ausencia, esta precuela tendrá su interés pero no llega a la altura de los cuatro films anteriores. Quizás porque falta una heroína tan bien delineada en cuanto a fortaleza física y espíritu rebelde, con potente humanidad como la que armó para siempre la talentosa Jennifer Lawrence, que resulta inolvidable. En esta entrega especialmente se cuenta con la adolescencia de quien se transformará en un tirano inapelable que encarnó Donald Shuterland. La acción se ubica 64 años antes que la primera película de la saga. Sabemos que el protagonista Coriolanus Snow tiene su  final conocido, el tema es el  recorrido: de un heredero sin dinero que ve a su prima y a su abuela al borde la miseria y que debe proveerles sustento. Que batalla internamente entre ese deber familiar, sobrevivir a todo precio, y el amor por Lucy Gray Baird, que viene del distrito 12, cuya principal atracción es su canto hipnótico. La interpreta Rachel Zeguer  (West  Side Story).Aunque ese amor calienta motores en la primera parte, es el destino del futuro déspota el que gana lugar, su paso al lado oscuro. La precuela sigue teniendo, marcado también por la dirección de arte, ese aire de juventudes hitlerianas de los pacificadores, esa mirada crítica al sacrifico de los más jóvenes de la clase dominante, y ese alimento vampírico que son los juegos para alimentar su perversa ansia de sangre, como una antigua Roma decadente. Esa necesidad de éxito, rating, que enloquece a todos con sus ecos contemporáneos. Esta secuela inflada (dos horas, 38 minutos) si tendrá para los fanáticos sedientos, sin estar a la altura de los films anteriores, el placer de volver a ese mundo cruel tan hipnótico, como un viaje al pasado de los personajes que conocimos durante tanto tiempo.


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