Es una interesante película de terror que enlaza las historias de dos familias a bordo de un trasatlántico famoso por tener historias embrujadas. Ahora el majestuoso barco está en la bahía de San francisco como atracción turística. Y hasta allí llega una mujer con su hijo, para encontrarse con el padre del chico, y su novio en crisis, mientras él planea escribir un libro sobre el barco y su fama. Ella propone una experiencia en 3D. La excusa es que en pequeño pase tiempo con el padre, pero nada bueno saldrá de esas intenciones. Porque en el barco se cruzan espíritus y fantasmas de 1938, en violentas situaciones. Muy sangrientas también. La historia avanza bien aunque la imponencia del lugar, las situaciones mezcladas, los hachazos letales y el peligro comienzan a repetirse y tienden a perder efecto. Mientras que lo intrincado del argumento confunde. Sin embargo la película tiene hallazgos que la hacen llevadera, números musicales encantadores, elementos mortales que se materializan desde la pantalla de un celular, y un gran cuidado de lo estético, que por momentos en verdaderamente monumental.