El director y guionista Tim Brown contó que la idea de esta película, el germen del argumento fue preguntarse cómo sería John Wick a los 70 años, viviendo, en una playa, su retiro placentero y sin problemas. Esa idea motorizó el argumento de un agente del gobierno, una verdadera máquina de matar que recibe en su lugar en la Isla Caimán a una niña afroamericana que se presenta como su nieta, que le cuenta que su mama (Ashley Greene) está en graves problemas. El abuelito, un poco reacio a las demostraciones de afecto tendrá que ponerse otra vez en acción para salvar a esa familia que desconocía. No pasa demasiado más en la película armada en el momento en que Nicolas Cage y su particular personalidad se metió divertido en el proyecto porque le causaba gracia verse mayor de lo que es. Toda la trama es elemental y se desliza como una comedia dramática y de acción con ironías y el estilo Cage que también comparten Ron Perlman, y otros notables en tren de pasarla bien. Cage despanzurra rivales con cualquier cosa que tenga a mano y hay que reconocerle al film que en su desarrollo tontón tiene una cierta gracia que entretiene.