Una Nueva York de los años 80, la ciudad poblada por animales antropomorfos, y una reflexión sobre la soledad, la más entrañable amistad y un homenaje a una ciudad donde todavía se yerguen orgullosas las torres gemelas y el terror ni siquiera se intuye. Pablo Berger creó este film de animación sin líneas de diálogo, porque no los necesita. No es una película muda porque tiene sonido ambiente y banda sonora. El argumento permite que pueda ser perfectamente visto por chicos, pero contiene líneas profundas solo apreciables para los adultos. Es la historia de un perro que vive solo, que mira con envidia las amistades y parejas que comparten su vida. Para solucionar este problema decide construirse un robot que se transformará en su amigo cotidiano, aunque una situación imprevisible los obligue a separarse y queda el interrogante sobre lo que ocurrirá en el futuro. Se nota en el realizador una nostalgia y un conocimiento sobre la ciudad donde vivió, poblada de recuerdos de un tiempo ido, pero también con la admiración hacia autores como Philip Dick y su increíble creación “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” Un film bello, tierno e imperdible.