La cuota terrorífica de la semana de la mano de un realizador que sabe cómo ponernos los pelos de punta y la piel de pollo. Y mejor no hablar para aquellos que padecen de aracnofobia. En general la presencia de arañas produce como menos incomodidad y en esta historia invaden un edificio, y en ese ambiente claustrofóbico se reproducen y crecen además de tener una picadura mortal. Todo comienza en un desierto donde un grupo de trabajadores las caza para venderlas, uno de ellos muere en el intento. La acción pasa a un coleccionista de insectos y gusanos que compra fascinado un ejemplar, sin saber su peligrosidad. La araña se escapa y empieza a hacer de las suyas. En el medio Kaleb, el que la compró, reconsidera rivalidad con su hermana, la pérdida de su amistad más valiosa y la muerte de sus vecinos más queridos. El director Sebastián Vanicek maneja los hilos, y las telarañas, con buenos efectos especiales y sin exageraciones, con un aire de cine independiente y logra su objetivo.