Ya en Hollywood consideran a esta película como la salvación de Marvel, ahora propiedad de Disney. No en vano decidieron una campaña publicitaria que abarcó una gira de los protagonistas por distintos continentes, y una presencia abrumadora en las vías públicas y medios del mundo. Hasta le pusieron la cantidad de dinero que se espera en el primer fin de semana de EEUU, se habla de un record de ciento sesenta y cinco millones dólares. Y será una profecía cumplida. Hay que decir de entrada varias cosas: No hay que ser un experto en Deadpool ni haber visto las versiones del 2016 y 2018. Un personaje que nació como villano pero que gracias a Ryan Renolds se transformó en el perfecto anti-héroe, puteador, políticamente incorrecto, que puede hacer humor con todo y con todos. Aquí hay burlas con la propia productora, Fox, Marvel, y un homenaje a la vieja 20th Century Fox. Ryan Reynolds es el gran protagonista, pero además primer guionista (igual que en 2018) junto al director, Shawn Levy,Rhett Reese y Paul Wernick). El está en el film para justificar su visión, con el mecanismo de romper la cuarta pared y hacer acotaciones y bromas con el público devoto que le festejará cada una de las intervenciones. En la historia Wade sin el traje de Deadpool, muestra su lado más gentil y amable, que sí es posible. Tiene una novia que no lo ve apto para una relación profunda y un pequeño grupo de amigos que lo sujetan a este mundo emotivo. Se sabe que quiso ser un Vengador pero lo rechazaron y cuando el señor Paradox lo convoca (Es el supervisor de la variación temporal) para arreglar una línea de tiempo inestable, el se siente en una tarea mesiánica, se cree “El Jesús de Marvel”. Su personalidad tan hiperkinética de acción verbal y violencia sangrienta convive perfectamente con la gravedad con que Hugh Jackman arma el retorno de su Wolverine, amargado, alcohólico, escéptico. Son compañeros perfectos, La ideal Buddy movie. Juntos son dinamita en materia de acción que trepa a una violencia nuclear, pero Reynolds no se priva nada, ni siquiera de mostrar una suerte de tensión sexual con él. Como villana emerge Emma Corrin (Inolvidable Diana en The Crown) como Casandra Nova, que reina en The Void, el vacío y es absolutamente implacable. Su lugar es muy parecido intencionalmente al mundo de Mad Max, intencionalmente recargado con humor negro en muy buenas escenas. Las coreografías de la acción son impecables, por momentos abrumadoras y responden a cada uno de los temas musicales, la mejor es la que acompaña el tema de Madonna, que accedió muy especialmente a darle los derechos de “Like a Prayer”. Pero lo mejor del film sigue siendo el humor ácido y bienvenido. Ejemplos (nadie nos odiará hay cientos) con respecto a Wolverine “Fox lo mato, Disney lo trajo de vuelta y van a obligarlo a hacer esto hasta que tenga 90 años”. Y con respecto al tan odiado multiverso, que sin embargo se usa, asegura “lo invento el Mago de Oz, los gays lo sabían y no los escuchamos”. Pero para ese descaro de uno, esa amargura del otro, hay un momento de redención, una humanidad que brota a pesar de los trajes ensangrentados, que nos llega y que los hace queribles.