LA SUBSTANCIA

El camino elegido por la realizadora y guionista Coralie Fargat es grandilocuente, impresionante, pero también acertado. Ella apostó a una distopía científica para ilustrar de qué manera la locura por mantener la eterna juventud nos puede arrastrar a  límites horrorosos. Una sociedad patriarcal que exige que las mujeres a los cincuenta años ya tengan fecha de vencimiento, al menos para el espectáculo, no es una idea que no parezca cercana y todavía vigente. Sus hombres de poder, en especial el personaje de Dennis Quaid, en tono burlón y satírico perfecto, ilustran con trazo grueso pero efectivo las esa exigencia de mercado. Demi Moore sostiene en buena parte la historia del film, como esa mujer desesperada que no duda en someterse a esa droga milagrosa que le hará parir otro yo joven y bello, encarnado por la fascinante  Margaret Qually. El pacto con ese milagro es que los dos entes deben turnarse para vivir siete días cada una: mientras una vive, la otra estará  en coma y alimentada por vía intravenosa. Los turnos son rigurosos. El tema es cuando la necesidad de ser joven quiere eternizarse. El terror, el horror físico, lo realmente macabro del culto a la belleza se grafica con esos intensos primeros planos, en un lenguaje visual de tono surrealista  con un clima de desesperación palpable a cada paso, derroche de sangre y festival de vísceras. Un poco extensa, pero el destino de esa mujer que se ataca a si misma tiene un tono retorcido operístico, impresionante y se sostiene por el gran trabajo de su protagonista. (####)

TERROR (Una distopía científica con horror corporal y obsesión por la juventud)


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