Con el recuerdo de la primera, con sus éxitos y sus 5 Oscar, a 24 años de su estreno llega esta secuela llena de nervio, luchas, sangre y movimientos de tropas, de público enardecido en el Coliseo, de luchadores enfrentados a lo impensable. ¿Es necesario haber visto la original antes de ver este film?, no, pero está disponible en Prime Video, y servirá para comprender que director y guionistas se empeñaron en seguir un mismo esquema, un recorrido de violencia, impunidad, venganza y deseo de libertad que alimentan el corazón de las dos películas. Pero que en esta segunda ocasión no sorprende. No en vano para la historia firman David Scarpa, Peter Craig y David Franzoni, este ultimo como creador de personajes de la primera. Lo que si tiene esta película es la demostración que en las escenas de batallas Ridley Scott con sus próximos 87 años (a fin de mes) tiene la vitalidad, el nervio y la energía para filmarlas como ninguno. Y se notan las multitudes de extras que hacen del film más corpóreo y que solo molesta un poco los efectos digitales en el ataque de monos rabiosos a los gladiadores. Nos bancamos desde el rino a los tiburones que generaron polémicas que solo sirven para despertar curiosidad del público. Es un gran espectáculo que recuerda el Hollywood del ayer, monumental, películas que se repetían por televisión en las festividades de Semana Santa. En cuanto a los actores, Paul Mescal, no tiene mucha profundidad, es un hombre con sed de venganza y justicia, pero sabe darle cierta vulnerabilidad a su rol que se agradece. El que brilla es Denzel Whashington , su Macrimus ilumina cada escena, y el exagera y encanta como el ex esclavo, dueño de los gladiadores y su plan secreto para llegar al poder. Pedro Pascal impone su presencia de hombre cansado de las conquistas sin sentido, y cuando se va, se lo extraña. Un film que apela al gran espectáculo de lucha, sangre, poder y gloria (### y ½)
DRAMA ( Con toda la acción, sangre y ambición que esperan los fans y más)