Sergio Gutiérrez Sánchez debuta aquí como director de largometraje, con parte del equipo de producción y técnico de la película “El orfanato” donde el fue el guionista (dirigida por Juan Antonio Bayona) Para escribir su propio guión y filmarlo ubicó la historia en un lugar no determinado de Maine en EEUU, aunque el film se hizo en su Asturias natal. La historia es la de una familia de la poco sabemos, una madre con sus cuatro hijos que se mudan a su casa familiar, cambian su apellido y solo desean olvidar el pasado. En la crujiente casona ella traza una línea en el polvo y asegura que el que cruce tendrá un nuevo comienzo. Cuando ese madre esta por morir le pide al hijo mayor que nunca abandone a sus hermanos y que oculte su desaparición hasta cumplir la mayoría de edad y poder hacerse cargo de ellos. Esa historia, definida por su creador como con una estructura de muñecas rusas, revela en cada giro una nueva información que recién se conocerá por completo en el final. Todo el clima narrativo apela al terror, a los fantasmas, a un suspenso creciente, y también a una historia de amor, celos y poder, que cierra con lógica. Realizada con perfección técnica en una casa real, con mucho aprovechamiento de la luz natural, lo siniestro esta siempre presente con pocos sustos, pero si con una tensión permanente que no decae. Una delicada historia tensa y en algún momento previsible, pero que entretiene al espectador del principio al fin. No hay truculencias ni golpes bajos, es mas la expectativa que genera que el verdadero horror, y se transforma en una elegante pieza que reluce en un género generalmente poblado de lugares obvios y trampas truculentas. No innova, recuerda a otras producciones del género, pero tiene cualidades propias. Con un elenco muy bien elegido que rinde y se luce: Anya Taylor Joy (vivió de niña en nuestro país), George MacKay (“Capitán Fantástico), Charlie Heaton (Stranger Things), Mia Goth y el encantador pequeño Matthew Stagg.