Terror que en realidad es un suspenso sostenido, sangre sin que sea exagerada, una metáfora que puede referirse a nuestro país con ese título literal y secretos de familia que sorprenden por lo perverso e impune. Eso es lo que ofrece Alejandro Cohen Arazi en un film que imita un poco la clase b del género con ciertos ingredientes que no apelan a los lugares comunes y que posee sorpresas en las vueltas de su trama. Un psiquiatra con alucinaciones de escenas tenebrosas que combate con psicofármacos recibe un llamada de su pasado: Ha muerte el hombre que lo crio, como a otros chicos huérfanos. Regresa al lugar de donde huyo despavorido para encontrarse con el cadáver del titulo y sus “hermanos” integrantes de un grupo muy particular. Sin ser una gran producción y con detalles no cuidados, la trama tiene su entretenimiento y una cuota de humor negro, por momentos involuntario. Es un pueblo donde sus compañeros de crianza han ocupado todos los puestos clave de poder y funcionan como una secta.
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