LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA

En 1966 Claude Lelouch estrenó una película que se transformó en éxito, “Un hombre y una Mujer”, se ganó la Palma de Oro en Cannes y dos premios Oscar,  al mejor filme extranjero y mejor guion. Su director tenía 28 años, venía del mundo de la publicidad. El piloto de carreras y la guionista de cine, una historia de amor que revivió el mismo realizador veinte años después, sin glorias y que pasa por alto para  recurrir  al original. Ese film que lo puso en el mapa de los niños mimados del cine francés y del mundo, también fue criticado, polemizado, imitado y burlado.  Fue y es una historia de amor elegante, con una gran fotografía un maravilloso actor y la más bella e inquietante de las actrices. Amén de  la  música de Francis Lai que se repitió en el mundo hasta el cansancio. Cincuenta y tres años después de su estruendoso estreno, Lelouch se dio el gusto personal, según sus propias palabras, de “hacer una historia de viejos y para viejos que nadie quería financiar”. Y el resultado  que reúne otra vez  a Jean-Louis Trintignant y  Anouk Aimée es una reflexión sin demasiada profundidad sobre el paso del tiempo, los juegos de la memoria y una apelación a la nostalgia, con mucho material del original utilizado exageradamente. Es empalagosa por momentos, pero tiene su encanto. Trintignant ha sufrido mucho, perdió a dos hijos, padece cáncer, usa silla de ruedas. Aimée retiene su belleza y personalidad. Igual que el director su vitalidad (anunció que su próxima película la hizo con estudiantes de cine y teléfonos celulares). Nostalgia para una mundo adulto, curiosidad  y respeto por sus protagonistas únicos, más casi un cameo de Mónica Belluci. No mucho más, aunque le alcanza.


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