LA CASA GUCCI

Ridley Scott vuelve al territorio de la riqueza de dinastías famosas, y al escenario italiano como lo hizo en “Todo el dinero en el mundo”, con el secuestro del joven Paul Guetty. En este caso con la familia Gucci que supo edificar un imperio de la moda y el buen gusto. Como si se tratara de una trama operística muestra el ascenso, poder, intrigas, sangre y muerte de una mujer ambiciosa que se integró a esa familia tradicional a fuerza de codicia y sed de poder. El personaje le cae como anillo al dedo a Lady Gaga que ofrece una intensa y eléctrica actuación, la mejor de todas, con su atractivo magnético. A su lado Adam Driver, en un registro calmo muy logrado, es un hombre rebelde dentro del clan, que poco quiere saber del negocio familiar, que es la presa fácil de la feroz Patricia que lo inicia en un juego de trama escalofriante, donde aprende de que se trata.  Patricia es una mujer vulgar que se reinventa elegante y sabe hacer alianzas que le permiten su ascenso social, aun a costa de crueles prácticas. Un torbellino que cuando es despreciado no duda en precipitar su propio destino. Un elenco de notables donde Al Pacino, Jeremy Irons, Jared Leto, Salma Hayek aportan lo suyo. Una exquisita ambientación, un vestuario impresionante a cargo de Janty Yates y excelencia de rubros técnicos, atemperan las dos horas y media de película que igual entretienen al espectador, con una historia de ribetes policiales muy conocidos y juegos de dominio que no tienen límites.


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