Una reunión de navidad con las historias familiares individuales, los secretos que salen a la luz, los problemas nunca resueltos en una noche de paz. Un enunciado que reúne en una mansión de las afueras a un grupo de amigos, ex compañeros de escuela, con sus respectivas parejas, en un encuentro agridulce que puede complicarse. A poco de andar la película que pinta como una más del género, se diferencia rápidamente del cliché y se transforma en una noche de horror, con toques de humor negro, y la mirada de los niños cuestionando todo: la diferencia de clases, la poca solidaridad, el autoritarismo, la obediencia ciega. De todo eso habla su directora y guionista Camille Griffin, que con la colaboración de su famoso hijo Roman Griffin Davies y de sus mellizos Gilby y Hardy, construye una mirada implacable para esos adultos que por momentos se olvidan que es la última noche de sus vidas. Por una casualidad podría verse como el reverso de “No miren arriba” en cuanto a la fe en los científicos, aquí los adultos que pueden prefieren suicidarse en masa antes que sufrir la agonía final, sin cuestionarse que pudo haber una salida o un equívoco. La directora, Camille Griffin, autora del guión, salió a aclarar que su film no es una visión de la pandemia covid, más bien se inspira en el colapso del cambio climático, y que tampoco es un alegato anti-vacuna. Tiene razón, es mucho más profundo, oscuramente divertido, muy melancólico y con temas fundamentales sobre el tapete. Agridulce y cuestionador, interesante y desconcertante. Atractivo siempre y con grandes actores: Keira Knightley, Mathew Goode, Lily-Rose Depp y siguen los nombres.
LA ÚLTIMA NOCHE
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