Una adolescente en problemas y un perro blanco, que la protege y obedece, es una combinación clave en esa larga noche pueblerina que vive la recién llegada a una localidad costera. Una elección de su madre, que acepta ese lugar y una pareja siniestra, que la deja sola para cumplir guardias en un trabajo nuevo. La chica se enfrenta a un ámbito que desconoce y que le muestro lo monstruoso rápidamente: el bullying escolar, un padrastro de violencia contenida en estado de amenaza constante que compone muy bien Esteban Lamothe, que no solo es un estafador sin plata sino un abusador agazapado. Para ese pueblo, que se siente amenazado por un puma y organiza cacerías sin sentido, la mirada de esta niña en su tránsito de adolescente a adulta es la clave para desenmascarar a todos. La acertada idea de unir el despertar de su fuerza con su costado más salvaje le aporta a la película esa mirada femenina a este film de género muy bien logrado. La protagonista, en un buen trabajo de Luciana Grasso enfrenta a ese mundo hostil con violencia, porque nadie entiende otro idioma. Se defiende y ataca, siente que nadie merece piedad salvo su madre en una ceguera sentimental. Jazmín Stuart como siempre perfecta aunque su personaje tiene poco desarrollo. Gustavo Garzón como un jefe de policía que resume toda la corrupción y el machismo en el ejercicio del poder.