Para los fanáticos de la saga, los que siguen a este asesino creado por John Carpenter desde que irrumpió en la escena del terror, en 1978, este final es un buen broche, con algunas pisadas en falso, pero con una escena masiva que debió ser el final a toda orquesta. Entretenida porque ahí está, para el ultimo adiós, Jamie Lee Curtis y sus reflexiones sobre el terror, la maldad y la posibilidad de una sobrevida digna, lejos de sobresaltos, y un Michael Meyers encarnado por James Jude Courtney que sobrevive y hasta contagia la presencia de la crueldad sin límites. Con un muchacho “influenciado” (Rohan Campbell) que se une a la nieta de Laurie, en un buen giro, pero que se delata cuando la veterana sobreviviente ve en la profundidad de sus ojos. En la dirección David Gordon Green, casi un experto en la trama, y en el guion Paul Brad Logan basándose en lo creado por Carpenter y Debra Hill, nos brindan un entretenimiento que funciona, con una importante despedida popular que llega justo. No es una gran película, pero cumple con su cometido. ¿O será que la frase que escribe el personaje de Jamie Lee Currtis deja una puertita abierta?