Cuando los terrores primarios infantiles se ponen en relieve y casi todo lo que ocurre es fuera de campo, ya hay más de una batalla ganada en el género del terror. El mito del hombre de la bolsa en labios de padres conservadores y los placares o roperos abiertos que puede albergar cualquier tipo de monstruos, cuando se cansaron de “habitar” debajo de la cama, son los ingredientes de esta pelí muy bien realizada por Rob Savage (Host) para la adaptación de un cuento corto de Stephen King. En la historia un psicólogo cuando termina su agenda atiende a un extraño que ruega ayuda, se deja convencer de atenderlo fuera de su rutina. Ese hombre que cuenta aterrorizado que es acusado sin razón de matar a sus hijos, porta y deja en la casa a una entidad maligna. Esa que se alimenta del sufrimiento de las víctimas y es lo es lo que les pasa a los niños cuando los adultos no prestan atención. Lo demás es susto muy bien logrado, con un buen elenco y efectos de sombra y oscuridad que ponen tensión aumentada con efectos sonoros perfectos. Mientras la criatura no se ve, aunque es un buen trabajo de la dirección de arte, el suspenso y el terror funcionan mucho mejor. Un film que disfrutaran los amantes del género que eleva la calidad media baja que suele estrenarse cada semana. Una que da miedo en serio.