Con la expansión del conocimiento sobre la inteligencia artificial ya vendrán muchas películas que hablaran sobre sus ventajas y peligros, y ni que hablar sobre las que podrán hacerse sin actores ni guionistas, un fantasma que se agita en estos días en Hollywood. Tom Cruise y su socio de producción y creativo que es el director Christopher McQuarrie son sin dudas militantes de un cine que tenga recuerdos y homenajes a la época analógica y sus grandes aventuras, y también a la exhibición en salas. Han hecho una cuasi religión que el protagonista tome riesgos sin dobles. Por algo difunden como promoción el detrás de escenas de complicadísimas imágenes donde Tom además de poner el alma en el proyecto, pone su cuerpo. Nadie es ingenuo y puede ignorar que detrás de cada momento de enloquecida acción hay una edición impecable y miles de trucos digitales, pero se disfruta del artificio del esfuerzo de Cruise para darle corporeidad y verdad a cada situación. Como en su última Top Gun. Durante la filmación fueron épicas las discusiones donde el actor lucho para que no le achiquen la ventana en cines de su creación y también los retrasos por la pandemia. Dicen que discutir con pel es una batalla perdida, siempre gana. Pero volvamos a esa convicción del cine que ama y defiende. En la larga escena sobre un tren corriendo a velocidad suicida, se nota que es El Expreso de Oriente. Y que los paisajes son reales y no como paso en Indiana Jones. Cuando usa el parapente sabemos que es el. O cuando conduce un fitito amarillo en las calles de Roma también. La cuestión es que le creemos. Como también la evolución emotiva de Ethan Hunt en un dilema que lo pone emocionalmente en el límite y el cumple con una actuación emotiva. Aquí el villano es “una entidad” de inteligencia artificial que hackea absolutamente todo, armamento, comunicaciones, la suma del poder de la tierra. Frente a eso los servicios de todos los países recuperan maquinas analógicos que no pueden ser intervenidas. Será casi como decir que el cine de antaño sobrevivirá al difigital? Ingenuo también pero adorable. Y aquí quizás quiso homenajear al genio de Stanley Kubrick y su maravillosa “2001, Odisea del espacio” donde el astronauta se enfrentaba a una computadora que dominaba la situación y debía desarmarla, matarla, mientras ella recurría a cualquier trampa emocional para evitar morir. ¿Sera así la segunda parte? Veamos que ofrece esta peli para el entretenimiento : Un guión del director y Eric Jendrensen que se convierte en un laberinto por momentos imposible de seguir, pero que engarza las maravillosas escenas de acción en el aeropuerto de Abu Dhabi con su techo ondulado, en la maravillosa Venecia, en el desierto africano, la ya nombrada Roma o Innsbruck. Todo a ritmo frenético. Son ciento sesenta minutos donde la acción se lo lleva casi todo, pero hay lugar para el coqueteo amorosa, la amistad puesta a prueba, definir que es importante en esta situación. Se sale del cine con la cabeza estallada y la satisfacción de haberla pasado bien. Algunos fans se largan al aplauso.