Una muy interesante película de terror escrita y dirigida por Federico Gianetti, hecha a pulmón, contado por el realizador, en 11 días de rodaje, en 22 locaciones distintas. Una prueba más de que a veces no se trata de presupuestos magros sino de pocas ideas. Y aquí abunda una muy inteligente lucha entre la cordura y la locura, mucho más interesante que las contiendas entre el bien y el mal. Con una protagonista hipnótica (Ailin Zaninovich) asistimos a un viaje de obsesiones y visiones terroríficas, no muy geniales, con confesiones de un pasado torturado, mucho más inquietante: maltrato familiar abusivo, padres terribles, una hermana que huyó, el comienzo de una relación abusiva y violenta, con un hombre toxico que documentaba golpes y agresiones. Quien puede culpar a Leni por sus visiones del horror, y ese tránsito constante entre la razón, la comprensión, y los pasos a una realidad de sangre, zombies, tumbas abiertas y martillos goteando sangre. ¿Será otro sueño del que tarda en despertar? Un buen logrado suspenso, un armado bien llevado, una profundidad en el personaje que no suele darse tan comúnmente en el género.