Es la película elegida para rendir homenaje a los 100 años de Disney. Una enorme presión para los creadores, el director Chris Back junto a Fawn Veerasunthorn más un guión a cargo de Jennifer Lee y Allison Moore y un enorme equipo técnico que pensó en todos los detalles. Desde mostrar un tributo al ratón Mickey y su creador, hasta unir pasado, honores a grandes personajes exitosos con una visión de futuro supuestamente rebelde y progresista. El resultado es para los que aman los productos de Disney y se criaron y emocionaron toda la vida con ellos, de generación en generación. Para eso hay un villano seductor y terrible, que parece un magnánimo soberano pero que en realidad se apodera de los deseos de cada súbdito para “sacarle ansiedades” y cualquier atisbo de cambio. Está su oponente una heroína que se inscribe en la tradición de princesas y guerreras de productora, que pide un deseo al cosmos y obtiene una estrella encantadora para cumplir con su ambición de cambiar todo en el reino de Rosas. No falta ni el abuelo centenario, ni el animalito simpático, ni una fraternidad solidaria que apoyará a Asha en sus objetivos. De acuerdo a las notas de producción se cuidaron todos los detalles, ubicaron al reino en una isla cerca del sur de Europa y el norte de África, con detalles medievales en el vestuario y todas las influencias culturales para globalizar la identificación. El estilo de animación es un híbrido entre 2D y 3D y todos los rubros técnicos son impecables, pero no innovadores. Y la revolucionaria Asha tan radicalizada va hacia el triunfo del bien pero en una estructura social que no cambia. Lo más interesante es su rebelión contra un tirano, contra el fanatismo cuasi religioso, pero ese aspecto no es el más desarrollado. La película va a los seguro con hermosas canciones y rubros técnicos impecables.