La película dirigida por Celina Murga y coescrita por ella junto a Gabriela Larralde, Lucas Osorio y Juan Villegas, y producida por Martin Scorsese, mentor de la realizadora, viene precedida de la buena repercusión en el exterior y promete y cumple con la búsqueda de esos deseos y olores que impulsaron la vida de sus protagonistas, que ya de adultos se encuentran en una realidad que ya no quieren ni soñaron. El filme elige contar dos historias en espejo, con protagonistas que nunca se cruzan, Joaquín Furriel y Marina de Taviria, se filmaron una detrás de la otra y luego quedaron muy bien encadenas en la isla de edición. Son dos profesores universitarios, de la facultad de Agronomía a los que les suceden cosas parecidas pero tienen diferentes resonancias por cuestiones de género. Con climas y muchas capas de entendimiento a esta mujer y a este hombre les ocurre una crisis de mediana edad, cuando la unión matrimonial roza la rutina y la falta de deseo, cuando las obligaciones familiares y la crianza de los hijos ocupa demasiado tiempo, cuando no parecen felices ni en su devenir diario, su profesión ni en la vía de escape que es tener una aventura con alguien más joven, estudiantes adultos en ambos casos. Celina Murga pone en relieve esos planteos y los revela. Además saca los mejor de sus intérpretes. Especialmente de Joaquín Furriel que carga con una tristeza infinita que impregna cada momento de su vida. Y también para Marina Taviria (Roma) que le pone el pecho a las balas. Para los dos el destino es incierto. Para los espectadores el goce de esta muy buena película (####)
DRAMA (Dos historias cuando los sueños se desgastan y queda la insatisfacción)