Una promotora que trabajo durante veinte en ese oficio donde la presencia es un valor inestimable y la sonrisa un requisito marca de fábrica está en crisis. Una que se cuece a fuego lento de silencios y necesidades, el trabajo la acostumbro a saber disimular todo lo que le ocurre atrás de la fachada impecable. Sin embargo tanto cuidado físico y tanto trabajo con la misma gente, está en peligro. Es que Romina tiene cuarenta años y lleva en la frente la fecha de vencimiento de sus servicios. Para el mercado laboral, machista sin cambios, las chicas adornos deben ser esencialmente jóvenes y bellas según los criterios hegemónicos y la demanda ya no la tiene en cuenta. Debe bajar varios escalones para sus servicios, en un camino de no retorno. El director y guionista Pablo Stiagliani arma su película con detalles, sin estridencias pero con un camino inexorable, cuando la protagonista intenta salir de su situación no logra encontrar otra posibilidad en el mercado laboral. Una realidad crudísima que no estalla pero se instala. La protagonista, la gran Martina Guzman hace un trabajo medido y pulido. Su cansancio, su resignación se evidencia cada vez que se mira al espejo buscando encajar con la imagen que le piden y no los conforma. La Guzman deslumbra con una composición que da la medida de la desesperación y la comprensión de la degradación. Emotiva historia que cala hondo en la sensibilidad del espectador que ve un derrumbe en cámara lenta amarrado a la indiferencia. Un film conmovedor con una protagonista soñada (####)
DRAMA (Una mujer con fecha de vencimiento según la mirada patriarcal)