Es un film tan doloroso como fascinante, tan pretensioso como logrado, con una actuación maravillosa de Adrien Brody y con desafíos para el espectador, por la cantidad de temas que abarca. Su duración de tres horas, treinta y cinco minutos, con un intervalo, exige ir a verlo descansado y dispuesto. Lo vale. Brady Corbet cuenta la historia de un arquitecto, ficticio pero con inspiración en varios creadores famosos, inscripto en la corriente del brutalismo (un estilo que utiliza el cemento expuesto, formas simples) En la primera parte abarca la llegada del famoso arquitecto a EEUU y allí se plantea como sobrevive, un familiar converso, un millonario que lo contrata y maltrata al mismo tiempo. Es que el creador y su “benefactor” son tan complejos y difíciles que chocan permanentemente. Y fundamentalmente se muestra esa laceración permanente del refugiado que nunca será considerado un ciudadano de primera, con el horrible pasado del holocausto que lo arrastra a la adicción del opio. Y esos millonarios caprichosos, ignorantes y crueles que disponen de las vidas de los otros como chicos malcriados. La segunda parte se centra más en la relación del arquitecto con su esposa rescatada. Dos seres con miradas distintas, intelectuales no reconocidos en su formación, no respetados, dolientes. Un film complejo, difícil, sin ninguna concesión al sentimentalismo, tan brutal como los tiempos que refleja y la problemática que aborda. Con imágenes imborrables y también desmesurado. Pero hay que verlo (####)
DRAMA (La posguerra, los inmigrantes, desprecios al talento, brutalidad de poderosos)