Pablo Torre homenajea a su padre Leopoldo Torre Nilsson, cuando se acaban de cumplir cien años de su nacimiento, pero el recorrido no solo recompone una relación muy especial con el realizador, sino que pasa revista a cada una de las películas que hizo, en una vida corta pero intensa. Parte de cinco generaciones de cineastas, en un caso tan singular, la sensibilidad de Torre esta siempre a flor de piel. En sus poéticas reflexiones, en las anécdotas increíbles, en las cartas siempre frecuentes igual que las ausencias. Imposible no mirarla con la emoción a flor de piel. Y esos dos padres diferentes que variaban según las etapas de gloria millonarias, la pasión por gastar cifras extraordinarias en el juego, los regalos fastuosos, la necesidad de tocar fondo y probarse ya en el límite que podía hacer éxitos increíbles con una concurrencias millonaria de público. Y con todo el reconocimiento internacional. Nada falta en este relato, escenas de películas famosas, testimonios, y hasta un encuentro fantasmal con el recuerdo en una librería que fue un cine glamoroso. Es un homenaje a su padre, es un recuerdo vívido de el gran cine argentino.
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